Bajo el GDPR, si se recopila o almacena cualquier información que pueda vincularse con un individuo, el proceso contará como información personal. Es decir, si se permite que los clientes creen cuentas en la tienda o que se tomen sus direcciones de correo electrónico, ambas se considerarían como “datos personales”. E incluso la información más rudimentaria, como una dirección IP que no identifica a una persona específica, contará como dato personal. ¿Cómo pueden, por tanto, adaptarse las tiendas de Internet?